lunes, 15 de junio de 2015

Capitulo I

La juventud es feliz porque tiene la capacidad de ver la belleza. Cualquiera que conserve la capacidad de ver la belleza jamás envejece.
Franz Kafka


-Ausencia-



El despertador suena. Es hora de iniciar el día… Extiendo mi brazo izquierdo, pero no estás… Este lado de la cama está vacío y mi corazón se estremece dentro de mí. No has regresado el día acordado. Tengo miedo, pero sé que eres capaz de volver. Sé que eres fuerte, que sabes cuidarte y eso me impulsa a iniciar este día, un día más sin ti.

Me siento en la cama y me reflejo en mi espejo: Aquí estoy en mi pijama blanco que tanto te gusta y mi negro cabello ondulado está hecho una coleta. Quiero quedarme en mi cama… Envolverme en mis sábanas mientras trato de huir de mis miedos, pero sé que no te gusta que sea así. Me conociste débil, temerosa y vulnerable, pero así me amaste. Acepte estar contigo a pesar del peligro que tu cercanía representa para mí.

Debo enfrentar el día, no importa que traiga consigo. Sé que existe una pequeña probabilidad de que te vuelva a ver al final. Sino es hoy, será mañana, pero lo que importa es que será y esa esperanza me hace seguir. Aunque parezca estúpido debo ser fuerte por ti… Debo ser fuerte para ti.

La ducha me permite volver a la realidad. Tengo la sensación de haber dormido por días, creo que le llaman cansancio rezagado… El miedo no me permite dormir tranquila. Lavo mi cabello y mi piel con la fragancia a fresas que he usado desde que era estudiante de secundaria. Me visto con un pantalón de lona sencillo, una blusa blanca y unas zapatillas azules.

Sirvo solo un plato en la mesa desde aquella última cena… Preparé tu comida favorita y no dejaste nada. Disfrutas tanto mi manera de cocinar a tal punto que me has equipado casi como una cocina de esos restaurantes caros. Amo cocinar. Desde niña, siempre estaba metida en la cocina de mi madre y admiraba la magia con la que le daba sabor a los alimentos. Ella hacia que un simple puré de papas supiera a gloria. No necesitaba tener tantos implementos, pues ella cocinaba con amor y era feliz al prepararnos suculentos platillos. Recuerdo cuando te mostré un viejo y descolorido cuaderno donde ella y yo habíamos escrito algunas recetas… La mayoría de esas páginas tienen una marca, la marca que le pones a tus recetas favoritas. Son cosas pequeñas que me traen recuerdos felices.

Sé que mantienes esta casa, pero no me gusta estar desocupada ni sentirme inútil. Debo ir a trabajar… Me distrae, me hace bien cuando no estas.

El Camaro azul del 67 que está parqueado frente a la casa fue un obsequio para mi cumpleaños pasado. Me pediste disculpas por no haberlo encontrado en mi color favorito… Puse mis ojos en blanco antes de abrazarte… Lo cuido desde entonces, yo pago el mantenimiento. No me gusta abusar de tu dinero, sé que no te duele pagar por nada (sobre todo si es para mí) pero así me conociste y así me amaste, aun con mi testarudez.

•••

La música del radio me distrae y me relaja para ir a mi trabajo al igual que los tímidos rayos de sol que me acompañan en mi camino. Amo lo que hago, y me alegra que tú también lo ames, es algo que tenemos en común.

Al entrar al salón, los niños corren hacia mí para recibirme con abrazos, flores y algún pastelillo que una madre me envía. La risa de mis ángeles es un medicamento formidable. Ellos anestesian mi tristeza y sin duda que me hacen los días más cortos. Los veo gritar, correr, sonreír tan espontáneamente que me hacen desear ser uno de ellos y envidiarlos. Cantamos, coloreamos, danzamos y jugamos juntos. Nos complementamos: Yo les enseño lo que se y ellos me enseñan lo que olvidé con el tiempo. Quisiera volver a su edad, pero no te tendría, aunque sé que es ridículo y que es imposible regresar el tiempo, siento temor solo de pensarlo.

Lo único que realmente envidio es su sueño. Se duermen tan fácilmente y con tanta tranquilidad que es envidiable. Duermen tranquilos porque no tienen que temer, saben que los cuido, saben que son amados y que en un par de horas volverán a estar en casa con todo lo que aman. Tienen paz, su inocencia les hace tener la paz necesaria para dormir de esa manera. Mientras tanto, califico las lecciones en sus cuadernos. Ver su trabajo me dibuja una sonrisa en el rostro. Mamá  siempre me dijo que los niños son como tierra fértil y que los frutos que se obtengan dependerán de cómo se labre esa tierra. Por ello trato de ser una buena labradora y esta tierra es agradecida con mi trabajo, ya que la labro con amor, paciencia y firmeza.

El trabajo acabará pronto. He almorzado junto a ellos en el piso y me siento como una más. Es hermoso disfrutar de los detalles simples de la vida. Las niñas se sientan en el piso con tranquilidad, les he enseñado a ser niñas y disfrutar de nuestro pequeño salón de clases, a no tener recelo ni limitarse por nada. A los niños les he enseñado a respetar a las niñas y a divertirse en lugar de competir y buscar siempre ganar. Como dije antes, esta tierra es agradecida con mi labor.

Cuando te pregunté porque te gustaba tanto mi trabajo, me respondiste que te encanta verme con niños, que estás seguro de que sería una madre increíble… Sé que no quieres que tengamos hijos porque te aterra dejarme sola con ellos, sabes que el riesgo de no volver es enorme y no quieres que crezcan en un hogar como en el que te tocó crecer por todas las dificultades que viviste y que te hicieron tomar el camino en el que vas.


He salido  la tarde del trabajo. Me gusta dejar mis deberes terminados para el siguiente día. En la medida de lo posible no me gusta llevar  trabajo a la casa. Esa casa es nuestro aposento y me gusta mantenerlo así.


•••


La preocupación ha vuelto. Me descubrí sosteniendo entre mis dedos la sortija que me obsequiaste y con la que uní mi vida a la tuya, con la que me prometiste cuidarme, protegerme y ser para mí como yo sería para ti. Es de oro blanco. Tú no llevas una porque eres muy distraído como para no perderla… Amo tu ingenuidad, sé que eres una persona dulce, y es por eso que no me atrevo a juzgarte o criticarte, porque por desgracia la vida te orilló a hacer ciertas cosas.
En cierto modo, yo me las apañé más fácilmente; por decirlo así, me toco una vida más fácil y pacífica. Tú sufriste mucho, y a pesar de que tienes una imagen tosca e inflexible, sé que no eres así. Nunca voy a justificar lo que haces, pero tampoco me atrevo a juzgarte. Yo te conocí así, y si quiero que cambies es por ti.

Estoy dentro del Camaro. Conduzco al pueblo para comprar algunas provisiones.

Son las 5 de la tarde y el cielo esta oscuro. Lloverá dentro de poco y será delicioso tomar una taza de té caliente endulzado con miel al lado de la chimenea. En estos días me bebí tu café, debo reponerlo. Sé que el café colombiano que venden en el pueblo te encanta y me encanta consentirte con él, pero no puedo evitar beberlo ¡Es delicioso!

No puedo evitar comprar cosas para la casa. La casa es nuestro hogar, nuestro aposento al que solo tú y yo tenemos acceso. Las cosas que compro van desde adornos hasta artículos de limpieza… Sé que no te gusta que haga esas cosas, que tenemos el dinero suficiente para contratar a alguien que se encargue de eso pero no sabes la satisfacción que me da hacerlo. Cuando se tiene a una persona como tú, una quiere encargarse personalmente de esos pequeños detalles… Me encanta que no me obligues, desde siempre fuiste así.

Está  lloviendo suavemente cuando salgo de la tienda. Me subo al auto y manejo con precaución. Escucho en la radio un grupo local. Me encanta el rock sureño. La música y la lluvia hacen tranquilo mi camino a casa. La tormenta real inicia unos minutos antes de estacionarme frente al porche. A pesar de que trato de cubrirme, la lluvia y el viento son implacables. Aun estando a unos pasos de mi refugio, he terminado completamente empapada al igual que las bolsas. Mañana no podré ir al trabajo con estas condiciones. Cuando llueve así es mejor permanecer dentro de casa, el pueblo se convierte en un lugar quieto.

Dentro de casa estaré seca y segura. Tengo prisa por secarme y no coger un resfriado, cuando saco la llave de mi bolso de cuero logro ver algo que llama mi atención: En la base de la puerta me espera  un tulipán púrpura. Es… Hermoso, mi color favorito... lo tomo y entro de prisa. A pesar de estar hecha una porquería, me detengo a admirar aquella hermosa flor. No es de aquí, por su puesto.

Me apresuro a quitarme los zapatos y colocarla en un jarrón con agua en la mesa del comedor. Hace juego con las cortinas de nuestra cocina. Me hace sonreír a pesar del cansancio y de él… (El miedo)

Me doy una ducha rápida para quitarme la tormenta y el desastre que llevo sobre mí. Es relajante. Cenaré un sándwich con una soda y luego beberé un té. Me pongo un pijama rosa de algodón y dejo suelto mi cabello.

La tormenta se ve increíble desde la casa, pero los rayos tienden a espantarme por eso corro las cortinas. Tomo mi cena y me preparo el té… La atmósfera tiene un aroma a tierra mojada por la lluvia. Me encanta el olor a naturaleza y es por eso que amo vivir en las afueras del pueblo. Amo el mezquite  que está al lado de la casa, es una cortina vegetal refrescante.

La lluvia ha mermado cuando me asomo a la ventana. Casi he bebido el último sorbo de mi té… Me pierdo en el aroma a tierra mojada que tanto me agrada, aunque ahora un leve aroma a pólvora se ha mezclado con mi atmósfera personal. Antes de que yo pueda mover algún musculo de mi cuerpo, siento como dos fuertes brazos me rodean la cintura. La taza cae al piso y siento que mi corazón se encoje cuando soy consciente de lo que sucede. Solo deseo una única cosa, cuando entonces lo escucho…


-¡Hola, hermosa!